La comunidad de Shiripuno ha sabido encontrar en las cavidades y formas naturales de la roca infinidad de representaciones.
Cuando vienen los turistas les invitan a que adivinen dichas formas, y curiosamente los turistas las van viendo: hay serpientes, jaguares, incluso una mujer que parece esté rezando a la que llaman “la virgen”.
Cuando observé esto, me recordó a cómo yo trato también de reconocer y establecer comparaciones con las formas que salen del tonoscopio. Fuera de que dichas formas puedan existir de verdad, (como es el caso de las pinturas y grabados prehistóricos), lo cual nadie sabe, o del hecho de que puedan haber sido grabados por la mano del hombre o ser simples formas inherentes a la roca. La cuestión que centra mi interés, es el hecho de que las culturas busquen identificar, «reconocer», y buscar patrones, estructuras o formas reconocibles en los fenómenos que les resultan misteriosos y desconocidos. E incluso, porque no, el hecho de que se sacralicen dichas formas.
Durante mi estancia en Puerto Misahuallí en la comunidad Kichwa de Shiripuno, había una roca que ellos decían provenía de un meteorito, la cual llamaban “la roca sagrada”. A la cual compuse una de mis canciones. La misteriosa roca sagrada de Shiripuno, apareció por casualidad cuando Teo, un guía experto en biología y venenos de serpiente, que es reconocido a nivel internacional, iba a construir su cabaña.
Mujer Kichwa de Shiripuno mostrando las figuras de la roca sagrada
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